El otoño es una de las épocas del año más esperadas para los recolectores de hongos y setas y nuestra población, Mosqueruela -y su extenso monte- se erige en uno de los lugares más visitados por los aficionados a la micología. Este año la temporada de setas otoñales –entre las que destacan variedades conocidas como el robellón, la babosa o la seta de cardo- se está haciendo esperar algo más de lo habitual, pero aún es posible que emerjan gracias a las últimas lluvias y a las, todavía, temperaturas suaves. Así que, mientras esperamos la buena nueva, vamos a ahondar un poco en el campo de la micología ‘mosqueruelana’ para ir abriendo boca y conociendo algo más acerca de este patrimonio natural y las pasiones que despierta. Para ello hemos recurrido a un experto en la materia, Melchor Rovira. Alguien muy cercano a Casa Bielsa y a Mosqueruela, micólogo curtido en montes y pinares de diversas poblaciones de Teruel y Castellón y un enamorado del proceso íntegro: de la búsqueda a la recolección y la degustación, como él mismo reconoce.
¿Por qué este año se ha demorado la temporada de setas? ¿Sabíais que en Mosqueruela, salvo en los meses invernales de frío extremo se pueden encontrar setas prácticamente todo el año? ¿Qué variedades son las más frecuentes en su término municipal? Estas son algunas de las preguntas y curiosidades a las que vamos a dar respuesta en esta interesante conversación con nuestro amigo y experto en micología. Empezamos.
—Mosqueruela, paraíso de setas
Dos condicionantes hacen de Mosqueruela un lugar prolífico, micológicamente hablando: la extensa superficie de pinar de su término municipal y las tormentas que suelen descargar en los meses de verano.
“Mosqueruela es una población rica en pinar y eso favorece la aparición de las setas más comunes como el robellón; pero a ello se suma un segundo factor, y son las tormentas de verano, que al descargar fuertes cantidades de agua en poco tiempo y, especialmente si van acompañadas de granizo, aceleran la temporada de setas de otoño. Suele ser una de las localidades más tempraneras en este sentido”, explica Melchor.
—Este año se están haciendo esperar, ¿por qué?
Porque este año se han sucedido casi consecutivamente en el tiempo los “dos grandes enemigos de las setas: la falta de lluvias y el viento”.
Agosto, el mes por excelencia de las tormentas veraniegas, ha sido bastante seco. A ello se ha sumado el calor extremo de los primeros días de septiembre y varias jornadas consecutivas de viento, “que seca la capa superficial del monte, y no hay que olvidar que la seta es humedad, la necesita para vivir”, puntualiza Melchor.
—¿Aún tendremos temporada?
Las tormentas y lluvias de los últimos días de septiembre imprimen cierta esperanza, y nuestro experto asegura que propiciarán su salida por determinadas zonas de la comarca. “No doy la temporada por finalizada hasta que llegue el frío extremo”, dice. Y como de momento no ha llegado todavía, ¡seguiremos confiando!
—¿Por qué Mosqueruela es de las primeras localidades en tener robellones?
Melchor lo tiene claro: por las tormentas de verano típicas –normalmente- del verano local. “Las setas se activan por la temperatura del suelo y la humedad. Las tormentas son buenas sobre todo si llevan granizo, porque éste baja la temperatura del suelo y activan el micelio”, la parte invisible del hongo, la que está bajo tierra, su aparato vegetativo y, por tanto, lo que le hace reproducirse o no.
“El micelio está todo el año bajo tierra, pero fructifica en función de la humedad y la temperatura: el frío de después del verano es la clave para abrir la temporada micológica de otoño, mientras que para las setas de primavera ocurre al revés: es fundamental el paso del frío a una temperatura más cálida”.
—Del champiñón silvestre al robellón o al chipirón de monte: variedades que crecen en Mosqueruela
Al tratarse de terreno calcáreo, de roca caliza, básico, eso limita las setas que salen en el término de Mosqueruela. El hongo más preciado es la trufa y, entre las setas, la más conocida es el robellón, junto a la babosa negra y blanca y la seta de cardo.
Pero hay más diversidad: platera; champiñones silvestres; barbuda o seta de tinta (coprinus comatus, también conocida como ‘chipirón de monte’); la negrilla (“muy buena y conocida”, apostilla Melchor); pie azul; macrolepiota… Vamos, para todos los gustos.
—Setas en tres de las cuatro estaciones del año
Aunque el otoño se lleva la fama y recibe al mayor número de aficionados a la micología, lo cierto es que en el término municipal de Mosqueruela se pueden encontrar setas prácticamente todo el año. “El único periodo sin setas es el invierno, por el frío extremo, pero entonces está la trufa, y podemos disfrutar de las posibilidades que abre este producto a la gastronomía de la zona”, recomienda Melchor. “En años buenos podemos empezar a encontrar robellones en agosto, en pleno verano. Por su parte, los bujarrones y la colmenilla son dos habituales en primavera”, añade.
—¿Cómo recolectarlas?
El listado de recomendaciones empieza por una premisa básica, dice Melchor: “Si no las conoces, no te las comas. Has de estar cien por cien seguro. Incluso evitar tocarlas si no lo tienes claro”.
Para identificarlas, “es necesario cogerlas enteras, desde el pie. No guiarse por fotos, porque la humedad a veces cambia el color. Lo mejor es tenerla en la mano entera, para así poder consultar.
Otro consejo: “desconfiar de las setas completamente blancas, desde la volva al sombrero, el anillo y el pie. Todo. Por eso el champiñón es peligroso: no tiene volva (saquito) y si no lo ves entero…”. “Yo aprendí a recolectar setas con un experto al lado siempre, que había comido antes cada variedad”. Y una recomendación más: sumar experiencia. Algo que sólo aportan los años, la paciencia y la constancia. “Llevo buscando setas desde que sé andar, desde que tengo memoria –explica Melchor entre risas-. Recuerdo que con 3 años ya salía al monte con mi tío Paco. Y cogiendo ya todo tipo de variedades, pues desde el año 2000”.
En cuanto a las técnicas para recolectarlas: “Muchos dicen que lo mejor es cogerlas desde el suelo y no cortarlas, sacarlas enteras… Con o sin cuchillo, lo importante es no arrancar el micelio, y lo que está claro es que no hay que remover el suelo, porque si no al año siguiente no saldrán”.
—Y a modo de despedida: ¿qué le aporta la micología a un micólogo?
“Lo primero, es el placer que supone estar en el campo tranquilo, me relaja. Y es un reto cada día. Un reto personal. Intentar recordar dónde están… Y luego es que me encanta cocinarlas y comerlas. Es un gusto, desde ir a buscarlas a tenerlas en el plato. Disfruto de todo el proceso”.
Pues eso, ¡a seguir disfrutando y a inaugurar temporada muy pronto para poder degustar este manjar silvestre!